COVID-19: Amenaza con un Corolario de Oportunidad:”La Solidaridad se amplifica siendo más Eficientes”

Contexto:Cuestiones para replantear prevención y acción de respuesta

Es comprensible, por voluntaria toma de conciencia, sino acaso por empatía social, que sintamos impotencia de querer, y tal vez hacer lo que esté a nuestro alcance, pero al mismo tiempo vernos maniatados de no poder hacer más en la medida que se necesita, por todas aquellas personas o sectores que ante la emergencia del brote del COVID-19, resultan ser la población más expuesta o vulnerable, según las autoridades de salud, a contagiarse por las múltiples formas identificadas hasta el momento y que sean quienes desarrollen la infección desencadenando una inminente neumonía que tal vez no se pueda atender a tiempo o, simplemente, al llegar a un centro hospitalario no pueda tener oportunidad de contar con disponibilidad de equipos médicos idóneos, riesgo que lamentablemente para ellos, pese a todo el esfuerzo y nivel de compromiso que adquiramos, no desaparece, aún cuando puedan aislarse a tiempo, dado que siempre habrá necesidad de tener contacto con el mundo exterior a su lugar de confinamiento con la finalidad de aprovisionarse de atención para sobrevivir. Situación dramática que, entre tanto no se descubra una vacuna o perfeccionemos las formas de evitar el contagio, no hace más que obligarnos a replantear todo lo que hemos venido haciendo para que los círculos o grupos más próximos o algo más distantes a nosotros, pero finalmente seres humanos, no sean víctimas fatales de esta pandemia.

Gestión de Riesgos: Planificación de Objetivos y Acciones Preventivas

En primer lugar, si la posibilidad del contagio es inminente debido a la necesidad de interactuar con esta población vulnerable, la eficiencia en el cumplimiento riguroso del protocolo sanitario instruido debe ser tal que se practiquen y se realicen simulaciones permanentes de rutinas de las acciones que deben seguirse para asegurar la asepsia y distanciamiento social, al menos en los siguientes tres ámbitos: 1) Cuando salimos del lugar de confinamiento e interactuamos con terceros para adquirir provisiones de cualquier índole hasta que nos desprendemos de nuestras ropas e indumentaria u otros elementos de protección (EPP’s) y regresamos a internarnos otra vez, debiendo manipularse con cuidado los objetos que van a ser destinados a la limpieza inmediata (ejem. zapatos, ropa, gafas, billetera, monedero y/o tarjetas de crédito, envolturas de objetos y/o alimentos que traemos para internarlos) y/o al desecho respectivo, cuidando la asepsia en cada fase de su tratamiento al manipularlos, alistarlos, envolverlos, transportarlos y dejarlos en los recipientes y/o lugares que sirven de botaderos de basura o de residuos sólidos; 2) Cuando manipulamos los objetos internados, según su clase y el tipo de material, a fin de evitar conservar o prolongar que el virus se encuentre activo, sin son artículos desinfectantes o de aseo u otros, o alimentos a los cuales se va a refrigerar, por ejemplo, que ya por sí mismos, éstos últimos demandarán se vigile con mucha atención se manipulen y desinfecten de manera idónea debido al conocimiento que se tiene de que este virus se puede mantener activo en temperaturas frías y, por otra parte, habrá que preferir consumir los alimentos cocinados para reducir el riesgo de que se haya podido quedar algún remanente del virus luego de la limpieza efectuada, pudiendo de esa manera eliminarlos vía su exposición a la alta temperatura de la cocción; 3) Cuando interactuamos con el grupo familiar o con los que nos toque compartir el lugar de confinamiento, dado que habrá que revisar y repasar los momentos o puntos críticos de mayor aproximación entre sí o con objetos cuya manipulación se comparte uso, tales como pestillos, manubrios, manijas, dispositivos móviles, etc., incluyendo los jabones, para que exista suficiente tiempo de lavarlos con abundante agua antes de contar los 20 segundos de rigor, para el lavado de manos, recomendado por las autoridades sanitarias

Recursos: Apoyo a trazabilidad para evaluar eficacia de prevención

En segundo orden, es importante estar alertas hasta el momento en que se identifiquen síntomas similares o iguales a los publicitados por autoridades sanitarias “oficiales”, eventos que deberán, en lo posible, anotarse con fecha y hora, dado que es crucial realizar actos de debida diligencia, tanto para el oportuno aislamiento, como para ayudar a la “trazabilidad” en el conocimiento del comportamiento del virus y sobre su posible mutación, contribuyendo a la ciencia médica a perfeccionar las acciones preventivas, reiteramos, hasta que se pueda desarrollar la vacuna o tratamiento que reduzca su tasa de contagio y mortalidad. Pues, estamos ante una carrera contra el tiempo y que la debemos correr todos con responsabilidad social antes de que se expanda mucho más el contagio y sus efectos que, desde luego, buscamos evitar, casi emulando un comportamiento de “manada”, como expresión primaria y natural de nuestra especie a la que debemos apelar por su potente mensaje educativo del instinto de protección y preservación “comunitaria” frente a agentes externos que nos amenazan.

Ganar competencias preventivas

Resulta crucial que todos adquiramos un nivel aceptable de entrenamiento, pues los más llamados a liderar y promover esta educación sanitaria, deberán ser los adultos, ya que aún no siendo población vulnerable o, tal vez, tras haberse ya contagiado, pero haber sólo presentado síntomas leves, o incluso enfermado sin desarrollar infección por neumococo o finalmente ser asintomático, solo por citar algunos ejemplos de interacción, podemos potencialmente ser agentes responsables de transmitir el virus, máxime si pertenecemos a grupos de trabajadores relacionados a los sectores de actividades categorizadas por las Leyes de emergencia sanitaria como “esenciales”(que no paralizan), en consecuencia, “habituales” durante el periodo que dure el confinamiento o la emergencia. De todas maneras, igual resultan aplicables estos criterios para todos aquellos que en el futuro por disposición permisiva legal queden “habilitados” para desarrollar actividades destinadas a generar los ingresos necesarios para sostenerse o para procurarlos a la familia o al negocio o emprendimiento, sea cualfuere su forma de organización, si se trata de personas que ejercen liderazgo o posiciones necesarias para generar o mantener el empleo de colaboradores o de terceros a cargo o que dependen de la cadena de valor de nuestra actividad, sea perteneciente al sector privado o al público o estar sirviendo o participando de un encadenamiento productivo entre ambos.

Nunca antes, por lo menos para la generación de los milennials en adelante, ha existido una experiencia similar y de tan insospechadas proporciones en sus efectos, a la que vivimos ahora con la amenaza casi paralizante y cuyos planes para afrontarla son aún inciertas para los diferentes sectores de la actividad socio-económica del globo, especialmente para aquellos que no son considerados “esenciales” frente a la necesidad de continuar operando ante la emergencia sanitaria. Desde luego que se están haciendo esfuerzos en un planeamiento para que pronto operen, conforme crezca la presión social para salir del confinamiento a fin de procurarse de los medios para subsistir. Lo mismo se puede decir que nunca antes se tuvo más conciencia de aquella máxima popular “Guarda pan para Mayo”, dado que solemos no estar acostumbrados a planificar y menos a simular escenarios de impacto que podrían generarse a partir de eventos que podemos controlar o no.

Frente a esta insuficiencia de capacidad preventiva del ser humano promedio y que representan las grandes mayorías, tampoco por ello justificable y sin ningún animo de etiquetar o discriminar a nadie, sino tan sólo para intentar ejemplificar de algún modo la necesidad de incorporar transversalmente el “enfoque de riesgo” en nuestro “quehacer responsable”, dicha escasa capacidad preventiva tampoco es una característica o realidad muy distante o ausente en algunos que ejercen algún tipo de liderazgo o asesoran decisiones en las organizaciones, tanto en el sector privado, así como con alguna mayor incidencia en el público, dado su rol generador de políticas públicas de alto impacto en la ciudadanía, con la diferencia frente al privado(que responde a un interés particular) de que manejan y ejecutan recursos del erario público que les impone una cuota adicional de diligencia en la vigilancia de que se apliquen con oportunidad y con “rendimiento social” (retorno, eficacia y efectividad del gasto/inversión), por lo que frente a tal contexto de ausencia o escaso compromiso con la “debida diligencia” resurge el desafío, casi planetario, de replantear el sistema educativo en torno a la noción de “comunidad”, cuando no de “humanidad” y antes de ” manada”, toda vez que esta emergencia sanitaria nos ha “igualado” forzosamente a todos, no obstante que por naturaleza lo somos y que, sin embargo, por mucho tiempo conforme hemos venido evolucionando y creando diferentes constructos sociales y formales de definición del Estado y sus formas de organización política, también veníamos en la práctica marcando entre nosotros, a veces, insalvables diferencias como si existiesen diferentes clases de seres humanos, nada más que una paradoja praxiológica, olvidando dramáticamente, por decirlo en modo simple, que respiramos el mismo aire, siendo que nunca antes se nos ha retado a repensar el orden internacional económico-tecnológico y legal en su dimensión de impacto en la salud y la vida, incluyendo a la no humana, llevándonos a contrastar escenarios de una aún insensata rebeldía de algunos sectores y corrientes ideológicas para no arribar finalmente a un verdadero pacto global, respetado y sancionado bajo rigurosa coercitividad interestatal que, por la naturaleza de su alcance, debería ser clamor universal a partir del cual se desagreguen deberes ineludibles para los Estados a fin de que se gestionen políticas públicas transversales y convergentes que garanticen la prolongación y bienestar de la raza humana y de las especies que hacen posible el equilibrio y sostenibilidad de la vida en el planeta.

Mejora continua: Aprender de experiencia y mejorar acción preventiva

Por tanto, la Gestión de Riesgos, debería ser una temática presente en todas las currículas académicas de un “cesareado” nuevo sistema educativo, que deberá incorporar el “trauma” de su nacimiento por no haber brindado de manera suficiente, a juzgar por lo resultados a gran escala de una mal cuajada conciencia social frente a las amenazas globales, las herramientas de pensamiento básicas para gestionar los riesgos y peligros, permitiendo tomar consciencia plena de los impactos y posibles escenarios que se podrían generar a partir de decisiones compartidas o adoptadas por mayorías por parte de los Estados, pero que nunca más tales riesgos dejen de “mapearse”, y qué mejor contenerse en matrices de riesgos, sin que se generen idóneos planes de acción y controles que en periodos regulares de tiempo puedan en pasibles de que se mida su eficacia y efectividad para evitar, reducir, mitigar, transferir y, en todo caso, si no se aplicase ninguna de las condiciones anteriores, aceptar o tolerar los riesgos, pero controlando sus efectos, generando y probando Planes de Alternos, de Contingencia y de Emergencia, así como Planes de Control de Daños o de Mitigación de sus Efectos, habiendo para ello antes dimensionado los mismos, bajo una metodología de gestión de riesgos estándar o ad hoc que orienta valorar la probabilidad e impacto de los riesgos y su eventual materialización del peligro.

La Eficiencia que se logre, tanto en lo preventivo como en la acción, a nivel personal, organizacional, en el ámbito privado o público, en términos de haber agregado valor real, eliminando todos los tiempos excedidos (just in time), actividades redundantes, desperdicios de horas hombre y recursos por causas de un mal diseño o definición de procesos que afecten la continuidad y sostenibilidad de la actividad- al final de la cuenta “gestión transversal de riesgos”, contribuirá a generar aquella estructura que garantice el máximo aprovechamiento de los recursos materiales, humanos y financieros, por definición escasos, que permitan generar y acumular al mismo tiempo “riqueza” en competencias y experiencia, activos no financieros y desde luego riqueza financiera, ahorro que permita, sino evitar con la diligente inversión en acciones preventivas, afrontar con mayor capacidad de maniobra los riesgos y amenazas con un mayor control de su impacto o efectos. La eficiencia así descrita y lograda en el cumplimiento de nuestros objetivos estratégicos, será una auténtica plataforma de solidaridad, porque tal vez hoy se podrá compartir lo que no se tenga tal vez de manera suficiente para sí mismos o para nuestros grupos familiares o afines, pero cuando producimos excedentes basados en procesos bien definidos bajo criterios de eficiencia y efectividad, guiados por Objetivos identificados dentro de un Planeamiento Estratégico y por un diligente Modelo Preventivo de Gestión de Riesgos transversales o de Cumplimiento -finalmente en el contexto de la presente emergencia sanitaria de “gestión de vida”- nos habremos procurado un ahorro o riqueza que, bien administrada, nos permitirá ser más “Solidarios”, pero de manera sostenible, colaborando y ayudando para que se genere más riqueza en toda nuestra cadena de valor o en torno a ella, en la que encuentra inmersa o adscrita nuestra actividad personal, emprendimiento u organización, sin afectar su continuidad y/o sostenibilidad.

Finalmente, si lo hemos terminado de entender, la eficiencia en la acción de rápida respuesta ante la emergencia, ya desbordada en cifras globales de contagios y víctimas fatales, debería demandar por parte de las autoridades nacionales y organismos internacionales, en estos tiempos de lucha contra el reloj, de hacer eficientes las acciones de la ciencia y que en buena medida la impulsan las corporaciones privadas de la salud, tanto para el desarrollo de la vacuna como para la fabricación de equipos e implementos médicos necesarios para evitar más contagios, protegiendo a nuestros soldados de la salud que se encuentran dando la dura batalla contra el virus, así como para salvar más vidas con la mayor infraestructura posible, tales como la dotación de ventiladores o equipos de ventilación artificial para los pacientes en cuidados intensivos, evitando la fatiga y el trauma de aplicar el código de fase 4. En buena cuenta, existe hoy por hoy la imperiosa necesidad de “suspender” la regulación de patentes que rige en épocas normales, de tal manera que se habiliten convenios y se cedan patentes bajo diferentes modelos de asociación participativa con el patrocinio internacional para fomentar un trabajo en conjunto con tareas compartidas -y no separado como hasta ahora se hace mediante esfuerzos dispersos aunque no menos meritorio, como si se tratara de una carrera por ganar un premio dinerario- para poder sumar equipos de los más connotados científicos en un esfuerzo transnacional que acelere el desarrollo de la vacuna que necesita la humanidad. Pues, si hay ganancias que repartir será justo, pues habrá de todas maneras una alta demanda que podrá satisfacer las expectativas de aquellos que sabiamente sepan anteponer el bien común sobre la cifra fría de una ganancia.

Juan José Peralta Morales

CEO Virtual Risk Management